Un 5 de Octubre de 1974 caía el número 1 del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), el Secretario General del Partido, Miguel Enríquez, presa de un operativo de más de 100 hombres montado por las fuerzas represivas de la Dictadura, la DINA.
Miguel Enríquez nació en 1944 ingresando a los 16 años a estudiar medicina en la Universidad de Concepción donde conocería a otros compañeros de estudio y militancia como lo fueron Bautista Van Schowen y Marcelo Ferrada con los cuales formaría la célula espartaco dentro del Partido Socialista y más tarde en 1964, abandonaría dicha colectividad para crear, un año antes de la Fundación del MIR, la Vanguardia Revolucionaria Marxista (VRM).
Desde el momento mismo de la Fundación del MIR (15 y 16 de de agosto de 1965), Miguel destacó al punto de que incluso durante su Congreso fundacional presentó un documento que fue aprobado en dicha instancia (La conquista del poder por la vía insurrección).
En 1967 durante el tercer Congreso del MIR, es que Miguel se convierte en el Secretario General de dicha organización la cual así adopta una línea clara como nueva forma de organización político militar de Izquierda que, contrario a las tradicionales, mezclaba el pensamiento y la ejecución en un sólo organismo.
Si bien el MIR y Miguel no compartían la línea seguida por la Unidad Popular, pues creían en que la revolución debía ser con las masas y por medio de las armas, demostró un apoyo crítico hacia Salvador Allende comprendiendo de que la coyuntura era favorable para dinamizar el movimiento popular.
Su desconfianza con la vía institucional sería ratificada en su conocido discurso en el teatro Caupolicán en 1973 en donde señaló lo que sucedería dos meses más tarde, cuando el golpe militar de septiembre pondría fin a la Unidad Popular pasando el MIR a ser parte de la resistencia, bajo el lema de “el MIR no se asila”, demostrando Miguel el liderazgo y consecuencia que lo destacaron siempre.
La caída de Miguel en combate.
Fue en este contexto que un 5 de Octubre de 1974, en un barrio de San Miguel, fue que la DINA dio por fin con la casa de seguridad en donde se encontraba el Dirigente más buscado por los aparatos de inteligencia de la Dictadura.
En aquella casa de la calle Santa Fe, Miguel se hallaba con tres integrantes más de la Comisión Política del Partido, Humberto Sotomayor, José Bordaz y Carmen Castillo, quien era la compañera de Miguel y estaba embarazada de él.
El operativo era liderado por la agrupación Caupolicán a cargo de Marcelo Moren Brito, y que a su vez se componía de cuatro brigadas, una de ellas a cargo de Miguel Krassnoff Marchenko.
En los hechos luego de de disparar desde un vehículo hacia el interior de la casa y recibir por parte de Miguel y los demás ocupantes una férrea respuesta, los efectivos de la DINA lanzaron una granada que al estallar provoco que esquirlas cubrieran el lugar y dieran en Carmen y Miguel, ante lo cual Sotomayor creyó muerto a este último, fue por ello que Sotomayor y Molina salen de la casa a través de los patios vecinos.
Recuperada la conciencia Miguel ve que Carmen está muy herida ante lo cual como puede subiendo una pandereta pide que paren para así velar por la vida de Carmen que estaba embarazada de seis meses. Fue en ese momento que una bala da en el ojo de Enríquez quien cae muerto en la arteza de la casa vecina. En total serían diez balas las que se encontrarían en el cuerpo de Miguel.
Carmen Castillo sería tomada detenida y torturada por agentes de la DINA a los cuales no les importó golpearla en el vientre. Sería gracias a la ayuda de una enfermera que le permitió contactar con su tío, y a la presión que impuso la solidaridad internacional a la Dictadura que fue liberada, pudiendo salir del país, sin embargo producto de los golpes y la.perdida de sangre, el hijo quedel tuvo con Miguel moriría al tiempo de nacer en Francia.
El legado político de Miguel
Si bien la figura de Miguel Enríquez ha sido distorsionada por quienes con pretextos sanguíneos dicen ser continuadores de su obra tratando su imagen como un producto cuya propiedad han registrado, pero que en contraste con los hechos en nada tienen que ver con el ideal de Miguel y su figura, la del revolucionario que luchó en contra del capitalismo y la injusticia que representa éste en la vida de la mayoría que no posee más que su fuerza de trabajo.
Lo dicho y hecho por Miguel, su práctica política, ha servido de guía para la lucha de cientos de jóvenes que siguiendo sus ideales buscan hoy cambiar radicalmente las cosas por medios también radicales. Porque esa fue la praxis, de coherencia política por la cual murió combatiendo.
Cualquiera otra forma de acción política que busque maquillar este sistema, perfeccionarlo, que busque acomodarse a la institucionalidad, adormeciendo su legado de rebeldía, no es más que hipocresía, una injusticia a su vida, historia, pensar, actuar, a su compromiso moral y revolucionario con la clase trabajadora.
Por H.N.