Un reportaje de The Clinic destapó las irregularidades al interior de la compañía ubicada en Camino a Melipilla 11246: turnos de 12 horas y horarios rotativos sin colación ni descanso, son algunas de las denuncias sumado a sanciones por prácticas antisindicales en los años 2007, 2012 y 2013, por separación ilegal de dirigentes, entre otras.
Parte de la nota relata lo sucedido con Rolando Venegas “chocolatito” quien se suicidara en su propio puesto de trabajo producto del hostigamiento laboral que sufría;
El sábado 29 de abril, dos trabajadores fallecieron en la fábrica de Maipú. Rolando Venegas (45) se suicidó en su puesto de trabajo y, horas más tarde, uno de sus amigos murió de un ataque al corazón después de enterarse que “Chocolatito” se había colgado a plena luz del día.
La familia de Venegas acusó públicamente que el hostigamiento laboral de un supervisor a quien apodan “el perro” terminó con la vida de su ser querido.
Pese a la conmoción de los trabajadores, los turnos no se suspendieron. “Al mediodía una de mis compañeras haitianas escuchó que se había ahorcado un compañero. Yo sufro crisis de pánico y empecé a tiritar. Pedí explicaciones, pero solo veíamos jefes pasar y no nos daban información. Fue inhumano, los supervisores nos obligaron, a gritos, a seguir trabajando. Esta empresa nos trata como animales”, contó Lissette Cifuentes (35), una de las trabajadoras., quien gana 360 mil pesos al mes.
La mayoría de las mujeres -el 70% de la planta- son jefas de hogar y un porcentaje importante son extranjeras. Al igual que la viuda de Rolando, ella trabaja en turnos de ocho a nueve horas, sin colación ni media hora de descanso, como exige la legislación chilena.
Según relataron varios colaboradores, trabajar para Fruna es como estar encarcelado: al entrar los guardias te revisan, no puedes entrar agua, comida ni celulares, por lo que los dependientes se esconden pedazos de pan en las calcetas o en los sostenes y los comen en el baño para que no nos reten. Los baños casi nunca tienen jabón ni confort. “Te pasan un pequeño rollito para todo el día. Si se te acaba, es problema tuyo como te limpias”, describió Lisette.
En la madrugada del domingo 30 de abril, un grupo de trabajadores intentó realizar una velatón en honor a los trabajadores fallecidos: los echaron a todos del lugar. “Además tiraron agua para que nadie volviera. Las dirigentes sindicales reclamaron, pero no había nada que hacer. Nadie quería irse detenido así que lo mejor era olvidarse y entrar a trabajar. Lo mismo que hacemos todos los días”, contó la joven trabajadora.
La lucha de los trabajadores
“Una vez al mes doy una vuelta con los hijos de nuestros trabajadores y ellos me abrazan. Soy el verdadero Willy Wonka”, dijo hace un año en La Tercera, Nicolás Santiesteban, el heredero de Fruna.
Beatriz Maldonado (37) y Celinda Herrera (45), presidenta y tesorera del Sindicato de los Trabajadores en Fruna, no supieron si reír o llorar cuando leyeron la entrevista del hijo menor de José Antonio Santiesteban.
– Este hombre vive en un mundo paralelo, creyéndose el personaje de un libro en un mundo ideal, en vez de mirar cómo tratan a los trabajadores de su fábrica. Hasta los Oompa Loompa tenían mejor vida que nosotros- dice la presidenta del Sindicato.
Formar el sindicato fue un trabajo de joyería. Luego que Beatriz se indignara porque los gerentes de la empresa le pidieron que renunciara para hacerse cargo de sus hijos, decidió formar un sindicato interempresa. Al poco tiempo, la echaron. Durante siete meses, hizo aseo en casas para mantener a su familia. Fruna tuvo que reincorporarla.
El próximo paso era formar el sindicato de los trabajadores, porque el otro siempre fue pro empresa. La organización tenía que ser clandestina y libre de sapos. “Nos tuvimos que esconder como delincuentes, pegábamos papeles en los casilleros, tirábamos panfletos en el baño. La idea era que la gente fuera a las asambleas y se informara. Les decía a todos que no podíamos seguir quedándonos callados”, dice Beatriz.
A finales del 2015 lograron constituirse con 220 miembros activos. Ahora se sentían con la fuerza suficiente para denunciar a Fruna ante la Inspección del Trabajo. “He visto a compañeras que les quitan sus toallas higiénicas en la puerta, porque son consideradas poco sanitarias. O ver a las embarazadas comer su colación al lado de los tarros de basura. Jefes hostigando compañeros en impunidad, como pasó con Rolando. Eso no puede seguir pasando”, dice Beatriz.
Según datos de la Inspección del Trabajo, el registro histórico de Fruna demuestra que se han hecho 250 fiscalizaciones a la empresa, de las cuales 82 (casi un tercio) han implicado una sanción con multa. Las denuncias hechas por trabajadores suman 460, siendo las más comunes los conflictos sobre jornada y descansos (187). De este total, 194 fueron sancionadas.
Desde la muerte de Rolando que Marisol está con licencia médica y cada día le da pánico la idea de volver a Fruna. Aparte de aportar con los gastos fúnebres, la empresa no se ha acercado a la familia para dar explicaciones ni tampoco el pésame. Marisol está a la espera del resultado de la investigación para resolver si toman acciones legales en contra de la empresa.