La vergonzosa jornada laboral Chilena y la factibilidad de disminuirla a 40 horas

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En Chile más de 900.000 personas tienen jornadas de trabajo completa, las que laboran 55 horas a la semana en promedio. A nivel mundial, es Chile uno de los países donde se trabaja más horas al año. Es más, si citamos los datos que entrega la OCDE, incluyendo todo tipo de trabajo, ya sea de forma particular, dependiente de empleador, de tiempo completo, parcial, etc., se ubicaría de los quinto con 1.988 horas de trabajo en el año.

Si únicamente se considera el trabajo dependiente, Chile sería el tercer país con 2.059 horas de trabajo, y solo México y Costa Rica lo superaría. De este modo, los trabajadores y las trabajadoras chilenas trabajan alrededor de un 60% más de tiempo que trabajadores alemanes, en otras palabras, solo en un año trabajan lo que los alemanes hacen 1 año y 7 meses o los holandeses en 1 año y 6 meses.

Hace poco más de un mes se hace admisible el proyecto de ley que busca disminuir de 45 a 40 las horas de la jornada laboral conservando los índices de salarios, desde el congreso se preparan a discutir. Haciendo un poco de historia, se puede señalar que fue en año 2005 donde se realiza la última disminución de la jornada laboral pasando de 48 horas a 45 horas.

Diversas opiniones han surgido sobre este tema. Guillermo Larraín, presidente del Banco Estado, señaló al respecto: “hay que buscar mecanismos para que se trabaje menos tiempo, pero se trata de un trabajador con baja productividad. Por lo que para hacer viable algo como esto, hay que mejorar la productividad, porque si no, vamos a tener menos productividad, mayor desempleo y menores salarios y no es eso lo que andamos buscando”.

Sebastián Edwards, académico de la Universidad de California y referente de opinión entre la élite, afirma: “es una idea que hay que considerar con toda seriedad (…) Si el proyecto se piensa con cuidado, y se implementa adecuadamente -dos cuestiones esenciales, y no menores -, puede llegar a producir efectos sumamente positivos. Sería un paso importante en la transición del país hacia la modernidad; no hay ningún país avanzado con semanas de 45 horas”. Cuando se le pregunta sobre una opinión realizada con anterioridad sobre compensar los efectos negativos con menos feriados, comentó: “Desde luego. El número de feriados en Chile es uno de los mayores en el mundo entero; hay muchos más que en México, el otro país latinoamericano en la Oecd”.

Por último, Mario Waissbluth, fundador de Educación 2020, asegura: Esta proposición hoy, en esta etapa del desarrollo de Chile, es un craso error. No hay duda de que en Chile se trabaja un número excesivo de horas. No hay duda de que en países avanzados se trabaja menos horas (…) Pero no se toma en consideración que los países avanzados tienen productividades laborales mucho mayores que las chilenas. La suposición de que la reducción de horas se compensará automáticamente con un aumento de productividad porque vamos a trabajar más contentos, es simplemente delirante o, a lo menos, sin fundamento”.

Hay datos relevantes de considerar, como lo es la productividad media del trabajo. En Chile esta ha subido en un 111% entre los años 1990 y 2015, lo cual lo coloca el tercer país de OCDE que más ha aumentado dicho indicador. No obstante, el principal problema radica en que se debe mejorar la distribución de las ganancias de la productividad, asunto que salta a la vista cuando analizamos los salarios.

Ahora bien, no es tan solo preocupante el alto números de horas de las jornadas de trabajo, sino que también los bajos sueldos. Si revisamos el estudio realizado por la Fundación SOL denominado “Los bajos salarios de Chile, análisis de la Encuesta CASEN 2015”, da cuenta que a nivel general la economía –considerando todo tipo de trabajadorel 53,2% obtiene menos de $300.000 mensuales líquidos. Y considerando las jornadas completas el aumento casi imperceptible, pues el 50% gana menos de $330.000.

A los dos elementos anteriores se le suma un nuevo punto altamente preocupante, y corresponde al subempleo horario o desempleo de tiempo parcial. Esto se refiere a los trabajadores y las trabajadoras que laboran de modo involuntarios en jornadas parciales, queriendo y teniendo disposición para trabajar por más horas. Se calcula que entre 650.000 y más de 900.000 personas serían subempleadas, siendo mayoritariamente mujeres.

De acuerdo con Gonzalo Durán, economista de Fundación Sol, todos los factores anteriores son esenciales para ser considerados en el análisis sobre la disminución de la jornada laboral. Donde están todos vinculados con un elemento común: el conflicto capital – trabajo. Por tanto plantea que es en este aspecto donde se debe centrar la discusión sobre la jornada laboral.

Las horas de trabajo son un elemento importantísimo en el proceso de acumulación capitalista, es más, la ganancia del capitalista, tiene directa dependencia entre la jornada laboral y una disminución de ésta genera una caída en la tasa de ganancia si no se media una agresiva intensificación del trabajo.

Para Duran: “Larraín, Edwards y Waissbluth, apuntan a defender la ganancia para los capitalistas y de ahí, la necesidad de una amplia disponibilidad horaria de los trabajadores y una mayor productividad”. Así, explica que si mantienen las remuneraciones y no se induce un incremento forzado del subempleo, la dismunución de la jornada laboral explicaría un aumento del valor de la hora de trabajo para los empleadores, es decir, sería una forma indirecta de aumentar el valor de la fuerza de trabajo. Por otro lado, el repartir las horas de trabajo disponibles entre la población “sobrante”, esto medida permite absorber/crear empleos. Por tanto, si la jornada laboral disminuye a 40 horas, quedarían aproximadamente 100 millones de horas de trabajo al mes por cubrir, lo cual corresponde a todo el desempleo abierto que tiene Chile.

La respuesta del capital será la de defensa del patrón de acumulación, es decir, conseguir aumentar la dinámica de apropiación de productividad, con salarios bajos y con una población sin trabajo que tienda a contener los sueldos. “El camino es relativamente sencillo y conocido: reemplazar trabajadores de tiempo completo por trabajadores de tiempo parcial involuntario (aumenta la tasa de ocupación pero deteriorándose las condiciones de trabajo). La otra opción: buscar ajustes directos por la vía de los salarios, deprimiéndolos o congelándolos”.

Por tanto, ante la respuesta del capital, es fundamental que los sean los mismos trabajadores y trabajadoras, mediante sus órganos de representación puedan enfrentar esta situación, en los centros de producción y otros espacios. Entendiendo que el conflicto entre capital y trabajo es lo medular en la desigualdad de Chile, plantea el economista de Fundación Sol.

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