Gravemente afectados terminaron los trabajadores del Banco Estado de Linares luego de que fueran víctimas de un simulacro de un violento robo realizado por Carabineros el cual no se les comunicó a los trabajadores quienes aterrados vieron como sujetos enmascarados los amenazaron con armas de fuego.
Los hechos se dieron el día 29 de noviembre en Linares cuando sorpresivamente 10 sujetos con máscaras de “La casa de papel” y overoles blancos ingresaron a las dependencias de la sucursal del Banco Estado de la Ciudad de Linares amenazando a sus trabajadores con armas de fuego y exigiendo violentamente las llaves de la bóveda. Lo grave, encañonaron para ello a las secretarias y ejecutivos quienes aterrados vieron como eran secuestrados por los asaltantes pues desconocían que todo se trataba de un simulacro de robo de Carabineros.
El simulacro que había sido coordinado con tres altos funcionarios del Bancos e incluso con la prensa que se encontraba afuera estratégicamente dispuesta para cubrir todo los hechos, no fue sin embargo comunicado a ninguno de los trabajadores. Es más, la crónica de medios locales recogían las impresiones de Carabineros sobre el “positivo” simulacro, al respecto el comandante de la Prefectura de Linares, Jose Valenzuela, señalaba a los medios que “Se activó el comité de crisis y se realizó un trabajo teórico y práctico. Se siguieron todos los protocolos (…) hubo algo de nerviosismo en la gente que no está acostumbrada a este tipo de operativos(…) Lo relevante es que hubo una muy buena coordinación y que ninguna ciudad está ajena a este tipo de delitos”.
Por su parte Banco Estado señaló que se están llevando a cabo las investigaciones correspondientes por lo ocurrido para establecer las responsabilidades “Banco Estado no tiene dentro de sus metodologías y planes de prevención de delito este tipo de procedimientos. Ninguna autoridad del banco, salvo el agente y el jefe de operaciones de esa sucursal, tenían conocimiento de esta actividad”
Al respecto fue The Clinic quien recogió el terror que vivieron los trabajadores;
Lorena Tejos (47 años, cuatro hijos) de 25 años en la sucursal, había decidido que era hora de almorzar. Había sido un día normal, atención a clientes, solicitudes a ejecutivos, lo típico para la tranquila sucursal del Banco Estado de Linares. Se dirigió al baño para arreglarse y, una vez dentro, escuchó los primeros gritos.
“¡Al suelo, conchetumadre! ¡Pasa las llaves o te mato, culiao!”, escuchó Lorena —Pensé que era una broma, una mentira. Me sentí extraña, como en una película— dice hoy la trabajadora, quien no ha vuelto a poner un pie en la sucursal por orden médica.
Aterrada, abrió levemente la puerta del baño para ver de qué se trataban los gritos. Afuera, vio a dos de sus compañeros con las manos en alto, encañonados por la espalda por hombres vestidos con un overol blanco y con máscaras de la reconocida serie española “La Casa de papel”.
— Esta hueá es verdad—, pensó, antes de volver a encerrarse en el baño.
Claudia Sepúlveda lleva cerca de 25 años ejerciendo como ejecutiva en atención a clientes de la sucursal. Según consta en la querella ingresada por ella y Lorena Tejo, por lo delitos de secuestro y amenazas, eran aproximadamente las 14:30 cuando comenzó el simulacro del que no tenía idea.
“El grupo de ‘asaltantes’ apuntó al vigilante del Banco y a las trabajadoras del mesón. Nos apuntaron con sus armas y nos gritaron ‘¡muévete conchetumadre!’ y ‘salgan rápido, mierdas’. Nos llevaron al hall del Banco y nos hicieron acostarnos boca abajo con las manos en nuestra cabeza”, relata. Habla conchatumadre ¿o querís morir? Sabemos que tenís familia” — oyó Claudia que le gritaron a una de sus colegas para que entregara las llaves de la bóveda.
En el baño, a Lorena no le iba mejor. Luego de colocar el pestillo a la puerta, activó la alarma del baño de mujeres y volvió a encerrarse en uno de los cubículos, en silencio.
Algunos minutos después, relata la trabajadora, alguien forzó la manilla del baño. Ella volvió a sentarse sobre la taza –para ocultar sus pies de la vista- y aguantó la respiración. “Aún recuerdo el sonido de la ropa de plástico del overol”, recuerda. El intruso, entonces, comenzó a golpear las puertas de los cubículos, uno por uno.
En el último estaba Lorena.
—Estaba aterrada, imagínate. Se iban acercando a mi cabina y lo único que atiné a hacer fue a tirarme hacia una esquina. Como en las películas uno ve que los ladrones siempre disparan al medio de una puerta, yo estaba arriba de la taza con todo mi peso tirado hacia un costado. Parecía contorsionista—, explica.
Los golpes siguieron hasta que llegó el turno del cubículo de Lorena. Como la puerta no se abrió de inmediato, los golpes se hicieron más insistentes.
Al recordarlo, Lorena no puede evitar el llanto. “Sientes que el corazón está a mil, empiezas a transpirar. No podía estar pasando esto ahí, en mi trabajo”, reflexiona.
Afuera, los “asaltantes” ya habían dividido a los trabajadores por género. Claudia y las demás mujeres fueron llevadas hasta un rincón del hall y las obligaron a arrodillarse mirando a la pared, con sus manos en la cabeza.
—Era tal el nivel de violencia y groserías que nos gritaban, que muchas de mis colegas cayeron en pánico, incluso una de ellas no podía respirar, otras lloraban y rezaban—declaró Claudia en la querella.
Al intentar calmarlas, relata Claudia, una miembro del grupo de “asaltantes” llegó hasta donde estaban. “¿Creís que esto es broma, conchetumadre?”, escuchó Claudia, al tiempo en que una pistola apuntaba a su cabeza.
—Repite po culiá, repite que es broma—, volvió a oír la ejecutiva, quien optó por permanecer en silencio y rezar.
Algunos minutos después, el grupo de “ladrones” anunció que dejarían ir a un grupo de mujeres fuera del Banco, a “las diez más viejas”. La instrucción era clara: debían salir por la puerta principal, correr en fila, y “a la que se da vuelta para mirar la matamos”.
Afuera las esperaban miembros del Grupo de Operaciones Especiales de Carabineros (GOPE). Lejos de ser contenidas, las mujeres fueron puestas contra la pared y las manos en alto para “revisarlas”
Sólo una vez que fueron subidas a un furgón policial, una supuesta rehén que permanecía en el Banco les dejó caer la noticia de que estaban siendo parte de un falso asalto: “esta era una operación que Carabineros venía preparando hace meses”.
A las 16:30, dos horas después de iniciada la pesadilla, la jefatura del Banco hizo volver a los trabajadores para terminar el turno.
—Nadie nos dio una explicación—, finaliza Claudia.
Acciones contra los responsables por lo ocurrido;
Producto de lo que tuvieron que vivir, tanto Lorena como Claudia acudieron a medicos, de la mutual y particular, el diagnóstico fue el mismo, estrés post traumático y licencia, para la primera solo 5 días, para las segunda 30. Las dos a través de su abogados ,Silvia Cancino y Hugo Veloso, presentaron una querella “en contra de quienes resulten responsables en calidad de autores, cómplices o encubridores, por los delitos de secuestro, y por amenazas”.
Silvia Cancino señaló a The Clinic que “Esta es la primera de una serie de acciones que pretendemos llevar a cabo. Aquí se cometieron delitos civiles, penales, y existen responsabilidades por determinar. Vamos a pedir las cintas de seguridad del Banco, comunicaciones de la gerencia, ver quién estuvo involucrado en esto. No descartamos que puedan surgir otros ilícitos penales durante la investigación”
Fuente The Clinic