Los hechos que prueban el encubrimiento a Karadima por parte de Obispos.

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Horacio Valenzuela, Juan Barros, Tomislav Koljatic bendiciendo a Karadima

Luego de que el Papa en su último día en Chile calificara de “calumnias” las acusaciones de las víctimas contra el Obispo Barros y otros, por ser parte de la red de protección y encubrir al pederasta Karadima, Ciper publicó un completo reportaje en el cual se relatan los múltiples episodios y testigos que acusan el silencio cómplice y las operaciones de encubrimiento que protagonizó a lo largo de décadas el obispo Juan Barros, Tomislav Koljatic, Horacio Valenzuela y el padre Andrés Arteaga entre otros.

Señala el reportaje;

[Juan Barros] llegó a esa parroquia en 1972, cuando estaba en tercer año medio, y desde entonces Karadima fue su director espiritual, con quien estuvo estrechamente vinculado por más de 30 años. Se ordenó sacerdote en 1984, tras estudiar economía. Un año antes, en 1983, apadrinado por Karadima, se había convertido en secretario personal del cardenal Juan Francisco Fresno, rol que mantuvo hasta 1990.

Fue en enero de 2012 que el mismo medio, CIPER, publicó el primer testimonio que apuntó a Barros como encubridor de los abusos –sexuales y de poder– cometidos por su mentor Karadima. Su acusador fue el ex seminarista Juan Carlos Cruz (vea esa entrevista):

El obispo Cristian Contreras me pidió en 2006 que escribiera todo lo que me había pasado con Karadima (…). Con Cristián Contreras siempre hemos sido amigos, desde que yo era seminarista, él me ayudó y me apoyó cuando me salí de (la parroquia) El Bosque. Por eso tuvo la confianza de decirme ‘escríbete algo’. Pero yo nunca le había contado toda la historia de los abusos sexuales, porque me daba mucha vergüenza, aunque cuando lo hablaba lo dejaba entrever. Y creo que él entendía. Más tarde, cuando ya el escándalo era público, a raíz de cómo se estaba portando el cardenal Errázuriz frente a las acusaciones y de lo que ya se hablaba por distintos testigos, de las acciones de encubrimiento del obispo Andrés Arteaga, de que los obispos Juan Barros y Tomislav Koljatic le daban besos a Karadima y también veían como el cura les daba besos a otros, y no pasaba nada, llamé a Cristián Contreras”.

En la misma entrevista la victima detalla que hizo llegar a una carta al sacerdote Hnnz Kast en donde denunciaba los hechos.

Llego donde Hans, le paso mi pendrive, él lo pone en su computador y comienza a leer. Cuando llega al final, a la parte en la cual digo ‘Juan Barros y Andrés Arteaga y todos ellos vieron todo esto y no hicieron nada’. Me dice: ‘¿Tú crees que es necesario incluir esto? ¿No sería mejor sacarlo?’. ‘No -le dije- déjalo tal cual, por favor. Tal cual’. Y lo dejó. Terminamos y le digo: ‘¿Me puedes dar una copia, por favor?’.  ‘No, no te puedo dar ninguna copia’, me dice. Y me fui sin la copia. Pero antes, Hans me dijo: “Ven”. Y rezamos un Ave María ante el santísimo. Al despedirnos me dijo: ‘Cuando vengas de nuevo, tomémonos un café’”.

Cruz señala que por esos días en que ya se sabía de los abusos de Karadima, estaba volviendo a recomponer lazos con sacerdotes de la comunidad, pero que la actitud del circulo cercano de Karadima era distinta.

En contraste -y por eso me indigna- a la actitud asumida ahora y desde hace mucho tiempo por Juan Barros, Horacio Valenzuela, Tomislav y Arteaga. Incluso Felipe Bacarreza. Ellos saben que no pueden decir que no sabían. Ellos saben que no pueden quedarse calladitos cuando tienen los dedos, los pies y las pezuñas metidas en los abusos de Karadima y el sufrimiento de muchos”.

Cruz también relata el episodio en que Barros fue cómplice de la violación del secreto de confesión en 1987, época en que aún no hacia pública su condición homosexual, secreto que Karadima uso para mantenerlo controlado y a una constante actitud de abuso de poder prohibiéndole reunirse con otros sacerdotes ajenos a su círculo más cercano siendo sometido incluso a un verdadero Tribunal para que pidiera perdón.

Así fue como el ahora obispo Juan Barros se prestó para “triangular” el secreto de confesión:

Karadima me amenazaba constantemente que si seguía siendo amigo de toda esta gente él iba a hablar con el padre Juan de Castro, rector del seminario, para que me echara. Y al final cumplió su promesa e hizo que Juan Barros le mandara una carta contándole todo lo que yo había confesado. Se las ingenió para que Juan Barros, que era su lacayo y secretario del cardenal Fresno, triangulara el secreto de confesión y escribiese una carta acusándome de intentar seducir a jóvenes de El Bosque. Fue una maldad y una falta de escrúpulos enorme de parte de Karadima y Juan Barros”.

Uno de los testigos de ese abuso fue el sacerdote y capellán de la Fundación Las Rosas, Andrés Ariztía de Castro, quien confirmó ante la justicia los hechos

“Recuerdo haber estado presente en la situación que ha relatado Juan Carlos Cruz, una encerrona del año 1987, en que me llamó mucho la atención la falta de discreción de Karadima al referirse a este joven diciendo que ‘tenía tejado de vidrio’, la violencia del método y el grave abuso de la dirección espiritual. Recuerdo el impacto que ello me provocó, pero yo no abrí mi boca y nada comenté. En todo caso, éramos más de seis los sacerdotes que participamos de eso y estábamos en la Salita del Nuncio” (así la llamaron pues era la sala donde frecuentemente se reunía Karadima con el nuncio Angelo Sodano).

El Obispo Cristian Contreras Villarroel también supo del episodio y lo relata así;

“Juan Carlos tenía gran confianza en su director espiritual, don Vicente Ahumada, y también con el padre Juan de Castro. También conmigo. Recuerdo, según me señaló, lo doloroso que fue para él una amonestación pública en la parroquia El Bosque por su conducta de apertura hacia otros seminaristas y sacerdotes; se estimaba que no era apropiada para la imagen que él tenía que proyectar y que constituía una falta de lealtad al sacerdote Karadima. Juan Carlos tocaba guitarra, cantaba, era alegre, pero al parecer esas conductas no eran vistas como convenientes por la imagen que debía dar, según los paradigmas del sacerdote Karadima… Recuerdo que llegó muy afligido. Lo conversó conmigo y ciertamente antes con el padre Juan de Castro”.

El sacerdote Juan Debesa Castro vivío abusos similares a los de Cruz los cuales relató a la jueza Jessica González (mayo de 2011) que en el seminario “el mundo se me abrió y el padre Karadima me llamó para decirme que eso no era bueno, que mis amigos estaban en El Bosque”. Al no aceptar sus órdenes, Debesa fue marginado: “Él me distanció, igual que los demás seminaristas como Horacio Valenzuela, Juan Barros, Andrés Ariztía y todos lo que llegaron después provenientes de El Bosque”.

Así lo recuerda Debesa: “Fue el 12 de septiembre de 1981, un sábado en la noche”. Recuerda que estaban Karadima y los entonces seminaristas Andrés Arteaga y Juan Barros. “Se me reprochó mi conducta por reunirme con personas que ellos no aprobaban. Se me dijo que no cumplía con las expectativas de ese selecto grupo y que era distinto a los demás. Esta reunión fue atroz para mí y sé que Karadima después mandó una carta al Seminario diciendo que yo estaba loco. Debido a ello fui enviado al sicólogo”.

Los Obispos que lo vieron todo

Cuando Barros fue nombrado Obispo de Osorno en 2011, CIPER, reprodujo un reportaje en el cual se encontraban extractos de la entrevista a James Hamilton, una de la víctimas de Karadima, en donde menciona al obispo de Osorno y al obispo auxiliar de Santiago, Andrés Arteaga, como testigos de las conductas impropias de Karadima:

“(Cuando evitaba subir a su pieza y no cedía a sus presiones) recuerdo que en una oportunidad mandó a varios sacerdotes, entre ellos a monseñor Arteaga, monseñor Juan Barros y otros que ya no recuerdo. Eran seis sacerdotes que me hablaron en una de las salas de reuniones del templo. Se me indicó que mi fe flaqueaba y que el padre Karadima no estaba contento conmigo y que debía rezar más y comprometerme con la parroquia. La presión fue superior a mis fuerzas y cedí nuevamente”.

E invitado a Tolerancia Cero ese mismo año agregó;

No se olviden de Tomislav KoljaticJuan BarrosHoracio ValenzuelaAndrés Arteaga (…). Obispos que estuvieron presentes y con nosotros veían las mismas cosas, los besos, los toqueteos. No estaban metidos en la pieza (…), pero vieron las mismas cosas. Vieron cuando les daba besos a este, vieron cuando le corría la boca o le agarraba los genitales al otro”.

En febrero de 2015, Juan Carlos Cruz presentó su denuncia en contra de Barros a la nunciatura apotólica, relatando que la primera denuncia formal por los actos de Karadima se hizo en entre 1980 y 1981 ante el cardenal Fresno, del cual Juan Barros era secretario desde inicios de los años 80, puesto al que llegó apadrinado por Karadima, y que por lo mismo recibió dicha carta la cual nunca fue entregada a Fresno “Estas pruebas están en la causa y en el fallo de la ministra Jessica González”. (vea esa publicación de CIPER).;

Juan Francisco Gómez Barroilhet testificó en el juicio contra Karadima que entregó una carta a Juan Barros en el año 1980-1981 que contenía acusaciones de abusos, para que el cardenal Fresno hiciese algo. Esa carta, dice Gómez, nunca llegó a manos del cardenal y testigos cuentan que Juan Barros la habría destruido. Cada vez que alguien trataba de hablar, Juan Barros, Tomislav Koljatic, Horacio Valenzuela y Andrés Arteaga, entre otros, nos amenazaban”.

Además señala que dicho puesto le permitió a Karadima lograr nombramientos que favorecieran a su círculo cercano, pues Barros le proporcionaba toda la información de lo que ocurría en el despacho de Fresno.

La respuesta de las víctimas al Papa por su respaldo a Barros

James Hamilton, José Andrés Murillo y Juan Carlos Cruz indicaron en un comunicado en respuesta a las declaraciones de Bergoglio que una “calumnia” es “la imputación de un hecho falso”, lo que consideran inaceptable.

Nosotros y otros testigos hemos declarado la presencia del obispo Barros durante los abusos psicológicos y abusos sexuales cometidos por el sacerdote Karadima”, sostienen los denunciantes en su declaración. Y agregan: “En la causa, y gracias a múltiples testimonios, se sabe que los miembros de la comunidad de El Bosque estaban en conocimiento de los abusos del sacerdote Karadima”.

Como prueba de que Juan Barros si encubrió a Karadima citan, además del episodio de la carta al Cardenal Fresno, la visita del propio Barros a Roma

Hay testigos que indican que enviaron al cardenal Fresno, entonces arzobispo de Santiago, una carta acusando al sacerdote Karadima, ya en los años 80, por sus abusos. El secretario personal del cardenal era el propio obispo Juan Barros. Él se ocupó de eliminar esta carta. Estas pruebas están en la causa y en el fallo de la ministra Jessica González”.

El segundo episodio de encubrimiento que se menciona en el comunicado es el viaje que hizo Juan Barros, Andrés Arteaga, Tomislav Koljatic y Horacio Valenzuela a Roma para desacreditar a las víctimas de Karadima:

El obispo Barros, después de haberse hecho pública la acusación contra Karadima, viajó al Vaticano, junto a los obispos Arteaga, Koljatic y Valenzuela, a reunirse con monseñor Ladaria Ferrer, entonces secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, para intentar blindar al sacerdote Karadima y desacreditarnos a nosotros a través de decenas de cartas de sacerdotes y obispos cercanos a él. Esta información hoy es pública”.

Finalmente, señalan: “El Papa ha desoído todos estos hechos y nos ha acusado de faltar a la verdad, de decir calumnias (…). Todo esto es grave y creemos que revela un rostro desconocido del pontífice y de gran parte de la jerarquía de la Iglesia (…). Lo que ha hecho el Papa hoy es ofensivo y doloroso, y no solo con nosotros, sino contra todos quienes luchan por crear contextos menos abusivos y más éticos en lugares como la Iglesia Católica (…). Es ofensivo para nosotros y para todos quienes han sufrido abuso, en particular abuso clerical”.

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