Como cada 5 de Octubre se celebra el triunfo del NO en el plebiscito de 1988 en donde la mayoría del espectro político una y otra vez celebra que “se le ganó a Pinochet con un lápiz y un papel”, negando así el papel que jugaron los cientos de muertos por luchar contra y durante la Dictadura cívico militar, lo que significó que EE.UU. dejará de prestar apoyo a la Dictadura encabezada por Pinochet luego de que decidieran que el régimen ya no les era funcional y que tenía las manos demasiado manchadas con sangre, y por último porque los sucedido luego de la llegada al poder de un Gobierno civil demostró que la Concertación pactó todo lo posible con la Dictadura cívico militar para que nada cambiaran y siguiera todo igual.
Al respecto un extracto de una entrevista al Premio Nacional de Historia, Gabriel Salazar, relata como tras la vuelta a la Democracia, el Gobierno de Patricio Aylwin, y los siguientes de la Concertación, hasta hoy, siguieron administrando y profundizando el modelo político, economico y social impuesto a la fuerza, matando para ello, durante la Dictadura cívico militar.
Al respecto señalaba en una entrevista a la Tercera; “Después vino todo lo que sabemos; la más brutal violación de los derecho humanos de todos los derrotados por la tiranía militar, en particular, de la clase popular. La negación más absoluta del sentido de comunidad y solidaridad proclamado por los discípulos del padre Vives. La miseria y el desamparo más extremos vividos por la clase trabajadora y pobladora del país. La misma que, entre 1983 y 1987, lanzó contra la tiranía militar, veintidós (22) jornadas nacionales de protesta. Con gran costo humano y derroche de solidaridad y valentía.
La protesta popular dejó a la tiranía aislada políticamente, dentro del país y fuera de ella. Demostró que el país era ingobernable bajo ese régimen. El capital financiero internacional, que era el único que podía salvar al país de la crisis económica en la que lo tenían los militares, ante eso, no vino. No invirtió. No viene donde y cuando hay un país que no tiene gobernabilidad. No corre riesgos.
Por tanto, había que buscar una solución tácticamente perfecta: Pinochet debía irse, llevándose las culpas de todos los crímenes, pero dejando detrás, intacto, el modelo neoliberal impuesto por la Constitución de 1980. Todo dependía de que algunos políticos civiles administraran, neoliberalmente, ese modelo. Era el gran capital internacional el que lo proponía. Y esos políticos aparecieron. Y Pinochet se fue…
Administrar ese modelo (el verdadero objetivo de la intervención norteamericana y de la tiranía) sin cambiarlo sustancialmente, es todo lo que el capital internacional necesitaba. Y la clase política profesional, desde 1990, administró ese modelo. E hizo lo que ese capital requería: privatizó empresas, profundizó la desindustrialización del país, desmanteló los movimientos rebeldes, privatizó el agua, el bosque nativo, los glaciales, los recursos marinos, permitió la mercantilización de la educación, de la salud, la internacionalización de los fondos previsionales chilenos, etc.
Y Patricio Aylwin Azócar lideró todo ese proceso, administró todas esas decisiones. Y aplicó justicia “en la medida de lo posible”.
Fue, por tanto, un importante político chileno, que jugó un rol decisivo en la pavimentación del golpe militar-norteamericano contra Salvador Allende, y en la transición política que pavimentó el camino a la internacionalización de la economía chilena y a la mercantilización de la educación, la salud y la mentalidad consumista de los chilenos. Todo esto, teniendo como trasfondo la figura y el espíritu del padre Fernando Vives S.J. y de hombres como Bernardo Leighton y Jaime Castillo Velasco.
La Historia muestra el anverso y el reverso de los procesos, y de las personas…”
Por eso celebrar el NO es celebrar una farsa que hoy sólo los militantes de los partidos de la élite y quienes se vieron favorecidos con la falsa transición – incluidos los que viven impunes de los delitos cometido en dictadura y los empresarios que se robaron todo gracias a ésta- festejan. El pueblo que día a día sobrevive con sueldos miserables, que debe endeudarse para llegar a fin de mes, que no tiene acceso a salud, que ve como las AFP y empresarios se enriquecen con sus cotizaciones, que cuando exige cambios en las calles sólo recibe represión de Carabineros, ya no cree en el engaño del NO y la mentira del “retorno a la democracia”. Por eso por más que cada cuatro años los llamen a votar prometiéndoles el cielo y la tierra, ya no se hace parte de la corrupta “democracia representativa”, por eso ésta está en crisis en todo el mundo. La realidad, los hechos, han enseñado a la mayoría que todo ésto es una farsa.