-Hola profe -hola, Daniel…
-¿puedo hablar con usted?
-¿qué pasa?
-es un problema profe, ¿tiene tiempo?…
A todos los y las profesoras de nuestro país, alguna vez en nuestras profesiones nos ha ocurrido, que un o una estudiante se acerca a nosotros a contarnos alguno de sus problemas que por lo general se relaciona con un asunto que no quieren que se enteren los padres, o el padre o la madre. Es una cuestión de confianza muy común, más de lo que parece, hoy en Chile, producto de una sociedad resquebrajada por el individualismo y la carrera loca por obtener solamente bienestar material, dejando la relación interpersonal en casi un tercer plano.
Los padres o apoderados únicamente se acercan a las escuelas, liceos o colegios, cuando se enteran que sus pupilos, obtuvieron una mala calificación o bien cuando se enteran que están repitiendo el cursos. Allí viene entonces la culpa, que no es nunca o casi nunca propia si no de los o las docentes que no saben absolutamente nada de pedagogía y van a los liceos a entregar sus recetas de cómo hacer la clase y recurren a una lista de artimañas que comienzan en las direcciones o rectorías de los establecimientos y terminan en el Ministerio de Educación y la Superintendencias de Educación que hay en cada región.
Los profesores y profesoras de Chile, estamos desprotegidos y manoseados por cuanto personaje dice entender más de educación: debemos empezar este largo listado por la actual Ministra de Educación y todos y todas sus antecesores, preguntándonos si han estado o permanecido aunque sea 1 minuto al interior de una sala de clases, pero desarrollando una materia en específica del curriculum único nacional. Qué sabe la Comisión de Educación y los y las congresistas que hacen las leyes sobre educación y la ley de carrera docente? Es que hay algún profesor entre ellos o ellas?. ¿Es profesor o profesora el alcalde de cada comuna de nuestro país que tiene responsabilidad directa sobre la educación pública?. Hay muchas preguntas sin respuesta y que tampoco las van a responder los y las mandamases del Colegio de Profesores, pues sus intereses solamente se centran en las reivindicaciones económicas y todas sus luchas van en esa dirección y no en acabar por ejemplo con este sistema de libre mercado, que socialmente no solo ahoga a los educadores si no que a los educandos y sus progenitores, o sea la sociedad en su conjunto y que por ende tiene a nuestra educación, a la educación chilena como un bien de consumo y no un derecho.
Para que Daniel no recurra solamente a su profesor cuando hay problemas serios en su vida y lo haga con sus padres, los primeros llamados a reconocer la labor formativa de los profesores y profesoras como colaboradores de la educación en el hogar, son los propios padres, y no justifiquen su irresponsabilidad endosando a otros u otras lo que ellos por omisión no hacen. Que los Ministros o Ministras de Educación de los gobiernos futuros vengan de las aulas de la educación pública, que los y las congresistas de las comisiones también lo sean. Que el Colegio de Profesores cambie su política de luchas solo por mejoras económicas a luchas sociales que cambien los cimientos de nuestra sociedad y de una educación realmente de calidad y gratuita para todos y todas.
Alejandro Alarcón Cáceres